¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Cristo ha Resucitado!
Pasados los días de la Pasión y Muerte del Señor, llega la Pascua. Cristo ha resucitado venciendo a la muerte, y María, Su Madre, se alegra porque tras el dolor y el llanto su Hijo ha triunfado rompiendo las ataduras de la muerte.
Por esa alegría, en el Tiempo de Pascua, la Virgen en cualquiera de sus advocaciones, ya sea de Gloria o de Penitencia, aparece ataviada de blanco, color festivo por excelencia, color que nos recuerda que después del dolor viene el júbilo, producido por la Resurreción del Hijo. Por ello, nuestra Madre, María Santísima de los Dolores, ha sido vestida de este modo, con un manto blanco donado por una hermana, que llevará puesto durante todo el Tiempo Pascual.
Acertadísima la indumentaria...¡me encanta de blanco!
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